martes, 20 de julio de 2010


Cabellos de sol, blancura extrema, extrañas extremidades... apareciste en mi vida como un regalo divino, es increíble ver lo diferentes que podemos ser y lo fuerte de nuestro lazo. Ese abrazo innato, ese beso en la frente que siempre depositas por las diferencias entre las distancias que existe entre nosotros, tú, a la altura del sol, yo, arraigada en el suelo, enraizada. Sinceramente siento que caminamos juntos, de la mano, confiamos, queremos, creemos. Te quiero, y te agradezco, la sinceridad de tus miradas, de tus palabras. Lo indispensable que eres, lo indispensable que me haces sentir... lo amigo, no hay más palabras que pueda describir todo lo que sentimos por ambos, me da tanta seguridad decir: "si, me quiere, lo sé lo afirmo y qué", y eso me alegra. ¿Cómo es posible? Sinceramente fueron las llamas quienes un día quisieron abrazar al sol, pero no sólo por abrazarlo, sino que sabían que, si un día se acercaban, sería inevitable abrazarlo de tal forma, de tal manera, que dejarían la tierra y se enraizarían en el sol, y no por un momento, sino que por siempre. ¡Imagínate el calor que desprendían! Calor sincero, calor dulce, color intenso, color de brazas... color de compañía, color de no ausencia, color de sacrificio, de confianza, de dulzura, comprensión y afecto. Color de sabiduría, de consejos, de infancia. Si, las llamas se convirtieron en las mejores amigas del sol, inesperadamente por el señor de los cielos, inesperadamente para el calor de la tierra...se abrazaron tan fuerte que la tierra tembló, susurró sobre sus oídos lo mucho que se querían... Gracias. Linda y real historia... seremos leyenda. Amistad pura, de la linda, de la buena.